Cuento de las pinturas sobre la paz
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas placidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir del la violenta caída de agua, estaba sentado placidamente un pajarito en su nido...
- ¿Paz perfecta...?
- ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora?
El Rey escogió la segunda.
- ¿Sabes por qué?
Explicó el rey: "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."
La Magia está en la Solidaridad
Había una vez... hace mucho tiempo, una hormiga. Un día que andaba de paseo por el campo quedó atrapada por una fuerte lluvia.
-¡Qué fuerte aguacero!, ¿Dónde podré esconderme?- dijo la hormiga
La hormiga divisó una hermosa seta y se metió debajo esperando que dejara de llover, pero la lluvia era cada vez más fuerte. Al poco rato llegó una mariposa con sus alitas tan mojadas, que ya no podía volar, se arrastró hasta la seta y dijo:
-Hormiguita, hormiguita, déjame entrar para cobijarme bajo la seta, estoy toda mojada, tengo frío y no puedo volar.
La hormiga le contesto:
-El espacio es muy pequeño, pero no importa estaremos muy apretadas pero en buena armonía.
La mariposa y la hormiga se cobijaron bajo la seta, mientras seguía lloviendo más y más. Al poco rato llegó un pequeño ratón corriendo y les dijo:
-Déjenme entrar debajo de la seta, estoy todo empapado.
La hormiga y la mariposa le contestaron:
-Bueno, casi no hay espacio, pero no importa nos apretaremos para que tu quepas.
La lluvia era cada vez más fuerte, parecía que no iba a cesar nunca. Y en eso llegó una paloma mojada y temblorosa, suplicando:
-Por favor déjenme entrar debajo de la seta, todas mis plumas están mojadas y mis alas cansadas.
El ratón le dijo que ya no había espacio y la palomita pidió que se apretaran un poquito y todos estuvieron de acuerdo.
En eso, llegó una liebre corriendo que gritaba:
-Escóndanme que me persigue la zorra.
Y todos los animales dijeron:
-Pobre liebre, vamos apretarnos un poquito más y así lograron ocultar a la liebre.
Acababan de esconder a la liebre cuando llegó corriendo la zorra. Y husmeando enfurecida dijo:
-¿Han visto ustedes a la liebre? ¿seguro qué no está escondida aquí?. Y la mariposa contestó:
-¿Cómo podríamos esconderla aquí si casi no hay espacio?
Así que la zorra miró a su alrededor y se fue corriendo.
Por fin dejó de llover y el sol volvió a brillar en el cielo radiante. Todos los animales salieron muy contentos de debajo de la seta. Extrañada la hormiga exclamo:
-¿Cómo es posible? apenas cabía yo solita debajo de la seta y luego resulta que había sitio para todos. En eso, una rana que había visto todo desde una piedra, se acercó a los animalitos y a la seta y les dijo croando:
-Amigos, no se dan cuenta que la magia está en la solidaridad, cuando nos ayudamos todo se resuelve.
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