LAS PRUEBAS DEL PRIMER DÍA 1.
El primer día hubo tres pruebas. En las tres el rey explicó al prisionero que en cada una de las dos habitaciones
había una o una dama o un tigre pero pudiera ser que hubiese tigres en las dos habitaciones, o
damas en las dos habitaciones, o de nuevo quizá hubiese una dama en una habitación y un tigre en la
otra.
1. La primera prueba
– Suponed que en las dos habitaciones hay tigres –preguntó el prisionero–. ¿Qué hago entonces?
– ¡Mala suerte! –contestó el rey.
– ¿Y suponiendo que haya damas en las dos habitaciones? –preguntó el prisionero.
– Entonces, obviamente has tenido buena suerte –contestó el rey–. ¡Seguro que podrías haber adivinado
esta respuesta!
– Bien, supongamos que en una habitación hay una dama y en la otra un tigre, ¿qué pasa entonces? –
preguntó el prisionero.
– En ese caso, no da lo mismo elegir una habitación que otra, ¿no?
– ¿Cómo sé qué habitación elegir? –preguntó el prisionero.
El rey señaló los letreros de las puertas de las habitaciones:
I: En esta habitación hay una dama, y
en la otra un tigre.
II: En una de estas habitaciones hay una
dama, y en una de estas habitaciones
hay un tigre.
–¿Es verdad lo que dicen los letreros? –preguntó el prisionero.
–Uno de ellos dice la verdad –replicó el rey–, pero el otro no.
Si tú fueras el prisionero, ¿qué puertas abrirías (suponiendo, por supuesto, que prefirieras a la dama)?